Hoy una focaccia, ese pan italiano tan especial, realizado con harina integral de espelta.
La espelta, es una variedad antigua de trigo, hoy desconocida para la mayoría. Fue la base de la alimentación humana en el entorno mediterráneo durante miles de años y, sin ella, nuestra historia habría sido diferente. Pero hace casi un siglo cayó en desuso,sustituida por el trigo moderno, fruto de la hibridación de diferentes variedades del cereal que ofrece más producción y es más rentable.
La espelta tiene sus orígenes hace cerca de ocho mil años en dos zonas: en Oriente Medio, lo que hoy es Irak e Irán, y en el sureste de Europa, desde donde se extendió por el Mediterráneo hacia el oeste, y hacia el norte a través de los Balcanes y el Cáucaso.
Las legiones romanas la consumían en forma de panes o gachas y la llevaron allá donde fueron, promoviendo su cultivo en toda Europa.
En la Edad Media, las clases acomodadas comían pan de espelta, más valorado que el de centeno o cebada que consumían los más humildes.Pero la espelta antigua se está recuperando gracias al interés de las personas más conscientes de la relación entre los alimentos y la salud.
Propiedaes de la espelta
Es el trigo mejor tolerado por el organismo. Moderadamente calórico (unas 338 cal/100 g) tiene un mayor contenido de proteínas (14,5%) que el trigo común (11,5%).
Sus hidratos de carbono (60% en el grano crudo y 20% en el cocido) son mayoritariamente complejos y van acompañados de abundante fibra (10% y 4%, respectivamente), de ahí que presenten un índice glucémico bajo, es decir, que su asimilación en el organismo sea lenta y progresiva, aportando energía de forma prolongada.
Baja en grasas, en su mayoría monoinsaturadas, entre el resto de sus componentes figuran vitaminas del grupo B y E; minerales como magnesio, manganeso, fósforo, hierro, cobre, cinc, selenio o potasio y compuestos fitoquímicos que hacen de ella un cereal muy recomendable.
Ingredientes
- 1/2 kilo de harina integral de espelta.
- 400 mL de agua fría
- 10 grs. de sal marina
- 3 grs. de levadura seca
- Aceite de oliva
- Romero fresco
Primer día
- Mezclar la levadura , con la harina.
- En un bol, colocar la harina y la sal.
- Agregar el agua al bol y mezclar. Va a quedar una masa con consistencia de papilla.
- Mezclar bien con las manos hasta que no quede harina suelta, que esté todo bien integrado.
- Tapar el bol con papel film y dejar toda la noche en la nevera.
Segundo día
- Al día siguiente sacar el bol de la nevera y dejar 1 hora a temperatura ambiente.
- Plegar la masa sobre si misma varias veces, dentro del mismo bol.
- Aceitar un papel de horno y forrar un molde, volcar la masa dentro.
- Dar unos cuantos pliegues más y llevar la masa a las esquinas del molde, hundiendo los dedos mojados con agua para darle forma (esto forma los clásicos pocitos de la focaccia)
- No aplastarla, hacer esto con suavidad.
- Tapar con un repasador o papel film y dejarla en lugar cálido hasta que crezca, aproximadamente 2 horas.
- Encender el horno a temperatura fuerte, 220ºC (cada horno es un mundo)
- Dejar pasar 1/2 hora más, para que el horno alcance temperatura.
- Colocar en el horno un recipiente con agua para generar vapor
- Sacar el film y colocar hojas de romero por toda la focaccia, insertándolas con cuidado.
- Rociar con abundante aceite de oliva.
- Espolvorear cristales de sal de mar.
- Cocinar en horno fuerte por 15 minutos, luego bajar la temperatura del horno a moderada (200ºC) y cocinar unos 10 minutos más aproximadamente, hasta que esté dorada.
- Sacar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla antes de comer.
¡Qué Aproveche!
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