Buenos días a todos,aquí esta como os dije el segundo capitulo
Imagen:vidriera de Ecmo. Ayuntamiento de Málaga conmemorando la entrada de los Reyes Católicos a la ciudad |
CAPITULO II
DE SUS PROTECTORES Y RECURSOS
PROTECTORES
DEL HOSPITAL: PAPAS Y REYES
La
beneficencia ejercida en la
Edad Media en los monasterios cistercienses y benedictinos es
la precursora de la fundación de los canónigos regulares. Éstos últimos
dependían de los cabildos catedralicios y eran los responsables de la
hospitalidad que se ofrecía a peregrinos, viajeros, enfermos, mujeres
embarazadas y niños abandonados.
Los
reyes españoles coincidentes expidieron análogas resoluciones en la creación de
establecimientos benéficos: hospitales, orfelinatos y albergues de peregrinos.
De esta forma se dio el encargo de los Reyes Católicos al obispo de Málaga para
la creación del Hospital de la
Reina , predecesor del Hospital Civil Provincial.
Hasta
el siglo XVI era la Santa
Sede quien reglamentaba, reunía y modificaba los
establecimientos de beneficencia, y los reyes promovían y aprobaban este procedimiento.
Los servicios prestados por la
Iglesia excluyeron al Estado de la participación que le
correspondía tener con carácter de servicio temporal.
En
1514, y mediante una segunda bula del mismo pontífice, el Hospital de la Caridad recibió el
privilegio de indulgencia plenaria para cualquier persona que practicara algún
bien a los enfermos o fallecidos en su recinto, fuera en forma de visita o de
limosna.
Don Diego Ramírez de Villaescusa, segundo obispo de Málaga y
capellán mayor del concejo de la reina doña Juana, publicó un sumario de la
bula anterior el 26 de junio de 1517 en Valladolid, así como la relación de
todos los privilegios que el Papa Julio II había concedido al Hospital de
Sancti- Spiritus in sacra urbe de Roma.
Estos privilegios son concedidos igualmente al Hospital de la Caridad de Málaga por
Sixto V mediante bula de 13 de agosto de 1586.
El
15 de mayo de 1518 los privilegios de la bula de 1514 fueron ampliados por el
propio pontífice. De entre éstos destaca el nombramiento de un juez conservador
cuya jurisdicción alcanzase hasta 30 leguas del último lugar del obispado.
La
fundación del hospital se completó con Carlos V, mediante un real despacho que
ordenaba a los corregidores y justicias que se inhibieran de introducirse en el
gobierno que la hermandad ejercía en el hospital. Éste, por tanto, sólo
dependía del Real Patronato de su majestad, de su autoridad y disposición.
LAS REPRESENTACIONES TEATRALES COMO FUENTE DE FINANCIACIÓN
En
esta época era habitual que los hospitales dispusieran de un local para
representar obras de teatro, cuyas ganancias se destinaban a gastos
asistenciales. Eran los llamados corrales de comedias, distribuidos entre los
distintos hospitales de la
Edad Media en la
España cristiana.
Puede
que esta funcionalidad de alguna de las dependencias hospitalarias resulte
chocante al lector, pero hay que tener en cuenta que los que atendían a los
enfermos eran frailes y que la mayoría de las representaciones eran de carácter
religioso. Sin embargo, no sólo se representaron obras sacramentales, sino
otras de contenido moral discutido, que más tarde se convirtieron en el
argumento para el cierre de las obras. También se representaban óperas,
actuaban títeres, se llegaron a celebrar bailes de máscaras e incluso se
presenciaron luchas de gallos.
En el año
1490, La Hermandad
de la Caridad
destinaba las dependencias de un patio para las actividades teatrales en el
emplazamiento primitivo de la calle Mesón de Vélez. Sin embargo, estas
representaciones estaban sujetas a periodos de cierre por motivos tales como
epidemias, muerte de miembros de la realeza o problemas de salud pública y
moral, inconvenientes que mermaron en gran medida la economía del hospital.
......Entre hermosos edificios
Tiene Málaga la bella
Sostén de sus hospitales,
Amplia casa de comedias....
(Díaz Escovar)
Tras
el traslado en 1514 a
las inmediaciones de lo que hoy es la catedral y por aquel entonces la iglesia
mayor, el hospital contaba con un corral de comedias anejo a su lado sur pero
independiente, y edificado en torno a un patio rectangular con dependencias
bien definidas para las mujeres, hermanos de la caridad y el escenario. Contaba
igualmente con diecisiete camerinos comunicados por angostos pasillos.
Entre 1598
y finales de 1600 se prohibieron las representaciones, gran agravio para el
sostenimiento del hospital.
El corral
siguió funcionando en 1634, pero sus deficiencias incitaron a los Hermanos de la Caridad a plantear la
construcción de uno nuevo. Así compraron unos terrenos colindantes al hospital
y pertenecientes a doña Isabel Illescas, dama benefactora de obras de la
caridad, por un valor de mil quinientos maravedíes. El antiguo corral seguía funcionando en paralelo y
sus ingresos costearon la obra del nuevo, que quedó muy avanzado para 1662.
Los
Hermanos de la Caridad
se plantearon seguir con el antiguo teatro y utilizar el nuevo como enfermería,
fundamentalmente por motivos económicos, pero tanto la corona como el concejo
malagueño se opusieron a ello. Mediante la Real Cédula de 1676 se
aprobó la nueva real casa de comedias, cuyo importe ascendía a la cantidad de
34.000 ducados.
Según
las crónicas de la época, sus materiales eran de buena calidad, su posición,
rectangular, con el escenario en uno de sus lados, y las entradas y colocación
de asistentes, estaban bien diferenciadas para hombres y mujeres. Asimismo,
disponía de laterales con tribunas, un segundo piso abierto al exterior y un
patio con bancos para el pueblo.
Aquí se
estrenaron las obras del comediante malagueño don Francisco de Leiva y Ramírez
de Arellano, representadas por actores de la valía de Francisco Correa y Luisa
Robles. Tampoco podemos olvidar al que además de cómico fue aventurero y
truhán, Agustín Rojas Villandrando, madrileño de nacimiento y ciudadano del
mundo a quien los avatares de la vida le condujeron a Málaga por un tiempo.
Salía airoso de sus peripecias y, según narra él mismo, lo llamaban “el
Caballero Milagro”, pues por intercesión de la Virgen de Atocha salvo la
vida ante unos agresores:
Los que me
decían milagro
Ya de veras me lo llaman
Qué bien de milagro vive
Quien de milagro se escapa.
(Agustín Rojas)
Compañías
como: “La Farándula ”
y “El Ñaque” en el siglo XVII, y “La Garnacha ”, “La Gargarilla ” y “El
Cambaleo” en el siglo siguiente pasaron por este corral de comedias
Las
representaciones empezaban con la fresca en verano y a las cinco de la tarde en
invierno. Las funciones se daban a beneficio de los actores, y algunas veces de
los presos y pobres. Al terminar la función se continuaba con bailes de
contenido popular, mágico o alegórico. Adentrado el siglo XVII, el espectáculo
se adornó con la introducción de cánticos como arias y composiciones italianas.
Por último, y como cierre de función, se terminaba con un entremés o sainete.
En la
epidemia de 1678 se utilizó como espacio asistencial, enterrando a los
fallecidos en el suelo y disponiendo de los camerinos como enfermerías para los
contagiados. Esto bastó como motivo para no aconsejar su reapertura como lugar de entretenimiento, pese a la
solicitud de fray Gregorio de Olazar, prior de la orden de San Juan de Dios en 1692.
El Ayuntamiento
de Málaga, en cabildo de 11 de octubre de 1741, acordó no asistir más a las
comedias y dio orden de quitar el banco destinado a la corporación en el corral
del hospital.
Tras la
epidemia de 1714 el corral de comedias del Hospital de la Caridad se cerró
definitivamente por orden del que fue obispo de la ciudad, don Juan Eulate y
Santa Cruz, en el año 1745. En contraprestación por la pérdida económica que
ocasionaba, aportó 400 reales mensuales en concepto de compensación. A su
muerte, había concedido 45.000 reales al hospital. El Corral de Comedias sirvió
más tarde de espacio asistencial, aunque también hubo alguna propuesta de
utilización industrial. Durante la segunda mitad del siglo XVIII se destinó
como enfermería para atender a los enfermos de tropa.
OTRAS FUENTES DE FINANCIACIÓN
Aparte de
las rentas decimales y de los ingresos de la casa de comedias ya mencionados,
el hospital tenía otras fuentes de financiación: los censos impuestos en bienes
rústicos y urbanos, entierros, limosnas, ropa vendida, producto del cepo, el
importe por la celebración de misas en memoria de los fieles difuntos y
donaciones de muy diversa índole entre las que destacaban las contempladas en
los testamentos.
Para
imponer los censos y proceder a su escritura era necesario la autorización de
dos figuras que trataremos más adelante: la del visitador y la del mayordomo.
Los
arrendamientos correspondientes a fincas urbanas eran buenas fuentes de
beneficios. El hospital poseía casas en calle Granada, Puerta Nueva, Almacenes,
Muro de Espartería, Alta, Parras, Plaza del Carbón, Madre de Dios y Bolsa. Por falta de dinero para su restauración, estas casas a
veces era preferible su demolición a su mantenimiento.
En cuanto a
las donaciones testamentarias, éstas eran de muy variable designación, como la
que Gaspar de Silva hizo en 1555 al asignar 23 camas y aportar una dotación de
1000 reales anuales. Igualmente, fueron benefactores del hospital, mediante
testamento, los obispos Bartolomé Espejo, fray Francisco de San José, y el provisor
y vicario general del obispado: Juan Manual Romero de Valdivia.
El hospital
también recibía pagos en especies como gallinas, cebada y trigo, y contaba con
exenciones fiscales propias de un establecimiento de beneficencia por acoger
productos de aprovisionamiento como el vino o la leña. A pesar de estos
ingresos, el hospital era deficitario por la prestación sanitaria que
atendía.
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