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martes, 4 de agosto de 2015

Apuntes biográficos sobre el Hospital Civil Provincial San Juan de Dios .Málaga.Capitulo I

Empiezo hoy a publicar el primer capitulo del libro.Gracias a todos,espero vuestros comentarios
Fuente:biblioteca.uma.es

CAPÍTULO I
SOBRE EL COMIENZO DEL HOSPITAL CIVIL EN EL REAL DE LA CARIDAD Y DE SANTA CATALINA




EL LEGADO ÁRABE ANTES DE LA RECONQUISTA

Sitúese el lector en la Málaga antes de la conquista cristiana, donde los conocimientos de medicina como legado árabe eran de gran valor. Los médicos de esta época tenían claro el concepto en algunos aspectos de la salud pública. Consideraban que las ciudades debían estar en alto y bien aireadas, y eran conscientes de que las aguas de los ríos putrefactas podían conducir a grandes epidemias. También resaltaban la importancia de la cultura de los baños como método purificador, tanto para el alma como para el cuerpo.
Las enfermedades contagiosas, casi desapercibidas en su estudio por griegos y romanos, recobraron grandes autores en este momento. Éste fue el caso del médico andalusí Abu Yafar Muhammad ibn Alí ibn Játima (1323-1369), y su libro sobre la epidemia de peste bubónica, a pesar de que el agente causal de la enfermedad era desconocido en aquel entonces.
La farmacopea preislámica fue enriquecida por los musulmanes con ámbar gris, alcanfor, casia, la especia del clavo, mercurio y mirra. Además, introdujeron preparados como el sharab y el shulab, correspondientes a los términos castellanos jarabe y julepe, respectivamente.
El 19 de agosto de 1487 Málaga es reconquistada después de largas y duras batallas contra el ejército moro acuartelado en el castillo de Gibralfaro. Tras la toma de la ciudad, quedaron unas 40 familias como habitantes censados en la provincia. Pronto estas tierras fueron ocupadas por una población de entre 5000 y 6000 personas, que crearon una creciente demanda religiosa, urbanística y asistencial.
Como dato curioso, y a efectos de higiene, cabe destacar que los nuevos ciudadanos de la España cristiana dejaron de lado el buen hábito de lavarse, tan arraigado en el pueblo musulmán, lo que sin duda llegó a agravar la salud pública en aquellos años.
La Málaga islámica con tortuosas calles y barrios organizados en torno a las mezquitas se fue transformando en una Málaga cristiana, con un cambio de fisonomía debido a las iglesias y conventos. Además del culto litúrgico, en estos centros también se asistían a enfermos y desvalidos. Con esta doble función, cabe destacar el papel de la Iglesia del Sagrario, fundada en 1488; la parroquia de San Juan, cuya torre quedó finalizada en 1543; la de Santiago, iniciada en 1509, y la de los Santos Mártires, fundada en 1491 y erigida parroquia en 1505.

 LA CARIDAD CRISTIANA PROTAGONISTA DE LA PRIMITIVA BENEFICENCIA

Los conceptos actuales de asistencia social y hospitalaria han sufrido cambios etimológicos, etiológicos, legislativos y funcionales a través del tiempo. Desde el punto de vista jurídico, la beneficencia puede ser considerada como aquella actividad dirigida a satisfacer las necesidades de quien se encuentra en situación desprotegida. Pero si nos referimos a su etimología, “de bene facere,” significa hacer el bien.
La beneficencia siempre estuvo ligada a la Iglesia. Su concepto se confunde con el término de caridad, si bien esta similitud la engrandece y la ensalza con miras espirituales, dándole aspecto cristiano y teologal. La caridad como sentimiento generador de beneficencia está establecida desde el comienzo de los tiempos. Así lo recogió el Dr. Don Fermín Hernández Iglesias (1876) en textos sobre la beneficencia en España:
La caridad se amolda a los mejores sentimientos de la naturaleza humana y es condición necesaria de nuestra sociabilidad: la desgracia la excita como instintivamente y sin el socorro mutuo la sociedad no la concibe. Fue la caridad ley de nuestra naturaleza, de la religión mesiánica y de la cristiana, y si bien el tiempo no cambio su carácter, la dio mayor extensión”.
Sumergido el espíritu de la ayuda a los enfermos bajo el prisma de la caridad, y con el clero como responsable, fueron creándose dependencias en torno a conventos y parroquias con el ánimo de curar los males del cuerpo y del alma, y así atender a pobres, desprotegidos, enfermos mentales, viudas y niños. Enfermerías, hospicios y leproserías ejercían la caridad enfocada a diversas funciones asistenciales según las necesidades concretas de cada persona. Estos centros de atención comenzaron a establecerse en este tipo de edificios de carácter doméstico, sin que tuviesen las mínimas condiciones para ejercer el fin que pretendían.

MÁLAGA VULNERABLE

Málaga ha sido y sigue siendo un enclave vulnerable y desprotegido ante las agresiones externas por su situación geográfica y de carácter portuario. La ciudad cosmopolita, abierta y solidaria que acogía a cuantos por allí pasaban era al mismo tiempo una urbe peligrosa desde el punto de vista sanitario. Málaga era, pues, receptora de enfermedades, sufridora de epidemias y hábitat de patógenos de desconocida procedencia.
Las características que hacían de Málaga una ciudad sanitariamente comprometida obligaron a las autoridades a respaldar a parroquias e instituciones religiosas con la creación de fundaciones hospitalarias que dieran una mayor cobertura a las ya existentes. De esta forma se pretendía ayudar a los frailes, que eran insuficientes para afrontar tal situación. Así pues, y siempre bajo el prisma de la ayuda y de la caridad, se reunían hombres y mujeres de buena fe, que guiados por su espíritu y su corazón ayudaban al más débil. De esta forma aparecieron instituciones que, con la misma finalidad, recibieron dos terminologías diferentes: hermandades y cofradías. Las dos se diferenciaban sólo en el culto externo, que las cofradías incluían entre sus preceptos, mientras que las hermandades carecían de ello.

LA HERMANDAD DE LA CARIDAD

De entre las instituciones con ánimo de entrega, cabe destacar a la Hermandad de la Caridad, que fue fundada bajo el beneplácito de los Reyes Católicos por Maestre Bartolomé de Baena, cordobés de cuna que adoptó como apellido su pueblo de origen. Esta alma inquieta llegó a nuestra ciudad con los conquistadores para la toma de la Málaga musulmana.
Movido por la caridad y ayuda a los más desvalidos, Maestre Bartolomé se unió a personas de su mismo pensamiento cristiano para fundar en 1488 la Hermandad de la Caridad, que mas tarde pasaría a regentar el hospital del mismo nombre. Con mucha voluntad pero pocos recursos, esta asociación de buenas gentes recogía a los desamparados y atendía a los enfermos pasando factura a sus propios haberes.
La persona que solicitase pertenecer a la hermandad debía reunir una serie de requisitos elaborados por sus miembros fundadores y establecidos en un reglamento de régimen interior. Entre ellos figuraban:

Profesar la religión Católica, Apostólica y Romana.
No haber sido castigado con pena infamatoria por ningún tribunal nacional o extranjero.
Ser loable y buena costumbre.
Poseer caudal o empleo para mantenerse con honor y decencia.
Haber cumplido la mayor edad si no es hijo de Hermano, y siéndolo, tener al menos 15 años, pero sin voz ni voto hasta la mayoría de edad.
Hallarse resuelto a servir a Dios en sus pobres.

Los hermanos iban identificados mediante una medalla que sujetaban al cuello con una cinta color azul. En ella se representaba un corazón envuelto en llamas, sustentando una cruz de aspecto rústico en cuya base se podía leer: “Deus charitas est”, (Dios es caridad).
Los afiliados a la hermandad no sólo atendían a los enfermos mayores de 60 años en su pequeña casa hospital, sino que se encargaban de confortar y dar sepultura a los reos de muerte, siempre que no se hubieran opuesto a recibir los santos sacramentos antes de la ejecución. Si entre ellos no había un médico o enfermero, se encargaban de buscar para sus protegidos uno particular. Además, en fiestas señaladas como Navidad, Corpus Christi, Pentecostés, San Antonio y Santa Bárbara se agasajaban a los recogidos con una comida extraordinaria.
Son muchas las intervenciones que la Hermandad de la Caridad hizo ante grandes calamidades en la provincia de Málaga, tal y como se irá viendo a lo largo del texto.

UN ENCARGO ANTES DE PARTIR

Las ordenanzas y fueros, junto a las instituciones que iban a gobernar la ciudad de Málaga tras la conquista, fueron similares a los adoptados por los monarcas en otras provincias ya cristianizadas. El ayuntamiento y el cabildo constituyeron la base para el establecimiento de esta nueva forma de gobernar.
En el año 1488, los Reyes Católicos dejaron las disposiciones para equipar a la ciudad con establecimientos de beneficencia. Entre ellas se encontraba la de la fundación del Hospital Real de la Caridad (concedida por Real Cédula en 23-I9-1487). La ubicación de este recinto hospitalario se realizó en un mesón que sirvió de caballerizas reales en tiempos de La Reconquista. Este edificio algo desafortunado arquitectónicamente, pero el mejor de sus alrededores, estaba situado próximo a la calle que hoy se llama San Bernardo El Viejo, con entrada por calle Bolsa y salida por Sancha de Lara. Era de pequeñas dimensiones: disponía de 13 camas para poder realizar el ingreso de enfermos, y en él también se dispensaban medicinas y comidas a los indigentes.
El 12 de febrero de 1488 se decretó el levantamiento de la catedral, con don Pedro Díaz de Toledo como primer obispo. A él le fue encomendada la fundación de dicho hospital, para el que se consignaron como rentas la tercera parte de los dos novenos de los diezmos de Málaga y su territorio, así como la décima de los que correspondían a los demás hospitales del obispado, no desarrollados pero sí fundados.
Existía otro pequeño hospital bajo la organización y tutela de la Hermandad de la Caridad, situado en la calle Mesón de Vélez, entre Liborio García y Alarcón Luján. Este pequeño hospital se mantenía de varios censos, junto con la recogida de limosnas y donaciones de los propios hermanos. Santa Catalina Mártir fue la titular de dicho hospital.
A pesar de los pocos recursos de que disponían, el florecimiento de la hermandad en la Málaga de aquellos días fue grande. Con el objeto de compensar el esfuerzo de sus hermanos no se sabe bien en qué momento, se unieron ambas instituciones: El Hospital Real de la Caridad y el de Santa Catalina. Su administrador fue don Bartolomé Baena, al que se concedió la Hospitalidad por parte de don Pedro Díaz de Toledo, según una disposición de los Reyes Católicos, fechada el 27 de mayo de 1489.
Esta posible dualidad en el origen del hospital está documentada en 1624 por el que fue su visitador, el chantre don Alonso Barba de Sotomayor, cuyo testimonio al respecto decía:
"Pareze que de consentimiento de los dichos señores Reyes, el Obispo de Málaga D. Pedro de Toledo ordinario encorporó este Hospital real de santa Chatalina a la dicha Cofradía y hospital de santa Charidad haçiéndoles uno…consta de la escriptura que se llama el Hospital de la Santa Charidad y de santa Chatalina"
Así pues quedaron ambas instituciones unidas bajo la administración de la Hermandad de la Caridad en una sola entidad: el Hospital Real de la Caridad.


 CONTINUARÁ. . . . . . 

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