Hola seguidores sigo con los capítulos de mi libro sobre el Hospital Civil que empece a publicar el pasado verano
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VI
LAS
CALAMIDADES AMBIENTALES COMO FUENTE DE ENFERMEDAD
AHORA
AGUA EN EXCESO
Se ha contemplado el agua como
problema en su escasez y abastecimiento, ahora la mencionaremos desde
el punto de vista de las inundaciones que a lo largo de los años
1544, 1548, 1554,1561 azotaron a Málaga. Su causa siempre la misma:
el exceso de lluvia, que con su rudeza ocasionaba un lecho de
considerables crecidas, no solo por la cantidad, sino por el material
que acumulaba a su paso.
Los montes de Málaga, tras los
repartos de los Reyes Católicos, fueron desprovistos de su masa
arbórea y sustituida por plantaciones de vid, que no solo no
amortiguaban el paso de su río crecido por la lluvia, sino que
arrastraba los sembrados, convirtiéndolos en material de arrastre.
La muerte era ocasionada al malagueño
bien por ahogamiento, o de forma más lenta y dañina como fuente de
infección y posterior epidemia, debido el encharcamiento y
estancamiento de las aguas en las arterias adyacentes de los ríos.
En la centuria siguiente nuevamente
Málaga fue víctima del agua. El desbordamiento del Guadalmedina y
del arroyo del Calvario inundó a la población en 1616. Años más
tarde en 1628, coincidiendo con la festividad de San Lino, en plena
madrugada y con no más de seis horas de duración, fueron
suficientes, para que el agua de la cañada de Gibralfaro, se
acumulara hacia la Victoria, uniéndose con las del Guadalmedina para
inundar los barrios del Perchel y Trinidad.
El agua siguió haciendo de las suyas
en este caso, la del mar, que tras un fuerte temporal atravesó a la
ciudad inundándola.
"En el siguiente año 1636
hubo tan furiosa tormenta en el mar, que pasando sus olas por cima
del muelle, quebró muchas columnas, donde se aferran las naves,
anegaron la playa, terraplenaron las Atarazanas, y entró el mar en
la plazuela de la Alhóndiga." (García de la Leña)
No quedo aquí la historia de las
inundaciones Malagueñas, pues se fueron repitiendo a lo largo de los
años. Las ocurridas en 1661,1764 y 1784 no fueron, a pesar de la
intensidad de las mismas y las consecuencias que tuvieron, motivo
para que las autoridades pusieran remedios eficaces y evitaran las
venideras, en el siglo XX.
Dos grandes terremotos ocupan
escenario en este periodo en los años 1494 y 1681, para agravar aún
más el estado de Málaga azotado por las epidemias de peste
coincidentes.
LAS
EPIDEMIAS
En cuanto a las epidemias, son muchos
los factores desencadenantes y favorecedores de un brote epidémico:
en términos generales y de forma particular en Málaga abierta a la
importación de cualquier foco infeccioso a través del mar.
Entre
los primeros, en orden de importancia mencionaremos los factores
ambientales: inundaciones, terremotos, sequías que conducían a una
población deficitaria en medios y con importantes factores
carenciales en cuanto a alimentación se refiere. Otros no menos
importantes son las limitaciones de salubridad pública tanto en el
abastecimiento de agua, como en los recursos para la eliminación de
desechos urbanos.
El desconocimiento del agente causal,
conducía a los médicos y a autoridades a tomar medidas de
prevención poco acertadas, que no solo evitaban el problema, sino
que lo agrandaba con las medidas sanitarias adoptadas.
La atribución de las mismas a la
divinidad, como castigo al comportamiento humano, unido al peligro
del contagio, conducían a un determinado número de personas a
abandonar la solidaridad y ayuda al prójimo y en ocasiones a emigrar
a otros puntos geográficos.
Por ultimo intereses comerciales y de
miedo al aislamiento de la ciudad, ocultaban muchas veces la magnitud
del problema favoreciendo su propagación.
Durante el periodo que la Hermandad de
la Caridad, estuvo regentando el hospital del mismo nombre, Málaga
padeció los estragos de diez focos epidémicos.
Comenzando con el cerco de la propia
conquista en 1487, los gérmenes cultivados en el campo de batalla
fueron los causantes de la peste que se desarrollo en Málaga en
1493.
La peste es una zoonosis transmisible
que afecta a los roedores salvajes y domésticos. La rata acoge al
bacilo que luego es ingerido por la pulga, que tras la picadura al
ser humano le desarrolla la enfermedad. El cuadro clínico se
denomina peste bubónica o ganglionar y consiste en una diseminación
a través del sistema circulatorio a los ganglios linfáticos, donde
se acantonan los bacilos produciendo inflamación, dolor y elevada
fiebre, explosionando el bubón hacia el exterior. En este estadio
mueren entre el 40-90% de los afectados. Los sobrevivientes acantonan
los gérmenes a nivel pulmonar dando un cuadro clínico de neumonía
con tos y expectoración. Siendo contagiosa a nivel aéreo en esta
fase, muriendo igualmente el 90% de los afectados. El 10% restante
pasaba a la tercera fase terminal o septicémica donde el bacilo se
extiende por todo el cuerpo y el paciente adquiere un color azulado
con la aparición de grandes placas necróticas de ahí el nombre de
peste negra. En este estadio el cuadro era irreversible y el paciente
moría.
Fueron epidemias de peste bubónica,
las acaecidas en Málaga durante los años 1493, 1582, 1597, 1600,
1637, 1649,1678.
La entrada de ropas contaminadas como
la del 1582, la compra de tejidos en Flandes en 1600, o de telas de
países con la epidemia como la de 1597, o bien del propio pasaje y
del trigo podrido de barcos entrantes en el puerto de Málaga como en
1637, y la tropa militar en 1649, ocasionaron grandes bajas en la
población de Málaga.
Los cinco hospitales existentes en
este momento en la ciudad eran insuficientes ante los focos
epidémicos y se acondicionaban centros y hasta calles enteras para
la atención de los enfermos. El Hospital Real de la Caridad
habilitado para enfermos que padecían lepra y calenturas, también
en tiempos de epidemia acogía a parte de los contagiados.
Podemos documentar en la epidemia de
peste de 1678, que de las 8000 personas fallecidas en Málaga, el
hospital acogió a 1213, de las cuales murieron 896; el 8 de
noviembre de 1678 salieron del hospital 176 convalecientes que fueron
en procesión hasta el Templo de Nuestra Sra. de la Victoria en
acción de gracias.
Otras tres epidemias de distintas
características clínicas a la peste bubónica, pero similares entre
si, azotaron a la ciudad en 1522,1580 y 1674.La epidemia de moquillo
de 1522, donde los enfermos padecían una secreción de moco
purulento que le obligaba a estornudar y a emitir de este modo la
fuente de contagio. Cuentan los historiadores que a partir de aquí
se estableció la tradición de decir: Jesús, José y María ante
cualquier estornudo con un efecto espiritual de protección.
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