CAPÍTULO
XIII
DE
LOS DIRECTORES siguientes que tuvo el hospital
DR. DON JOSÉ
GÁLVEZ GINACHERO (29-9-1866:29.04.1952).
Este gran médico
ginecólogo y mejor persona fue director del Hospital Civil
Provincial durante tres periodos diferentes: un primer periodo desde
el 23.02.1923 al 26.09.1932, un segundo desde el 16.07.1934 al
29.09.1936 y un tercero desde el 8.02.37 al 29.04.1952, con las
corrientes políticas algunas veces en contra y otras a favor de su
forma de ser y de vivir.
Nació en Málaga y pronto tuvo la
inquietud religiosa del sacerdocio, pero tras los consejos de su
madre decidió dirigir su vida a los demás estudiando la carrera de
medicina. Se trasladó a Granada para los estudios de licenciatura,
que terminó en septiembre de 1890 y los de doctorado en la
universidad Complutense de Madrid con la calificación de “cum
laude” en 1891, un 31 de Mayo, sobre: Parálisis Laríngeas,
publicado en 1916.Solo contaba con 24 años de edad. Completó sus
estudios de postgrado en París bajo la dirección de los doctores
Pinard, de Varnier y Farabeuf.
En1893, ingreso en el cuerpo
facultativo del Hospital Civil de Málaga, llegando a cirujano
obstetra por oposición el 7 de enero de 1895. Pronto se extendió la
fama de su hacer en la especialidad de ginecología y obstetricia,
registrándose en el hospital a mas de 150.000 embarazadas y enfermas
asistidas, de las cuales dieron a luz en la primera mitad del siglo
XX, 64.610 mujeres. Si añadimos las 75.000 atendidas en su clínica
particular, mas los catorce años de actuación en la de Santa
Cristina de Madrid con unas 15.000 pacientes, nos darían un cómputo
general de unas 240.000 mujeres visitadas. El sueldo que recibía en
el Hospital Civil lo entregaba en su totalidad a las Hermanas de la
Caridad. En 1917 dono el radio suficiente para el tratamiento de
las mujeres de cáncer que sin medios eran asistidas en el hospital.
Ya a lo largo del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX, existían diversas formas asistenciales a
la mujer embarazada en su atención al parto, según la clase social
a la que pertenecían. Así las de clase acomodada eran asistidas por
los grandes ginecólogos del momento en sus clínicas particulares,
las de posición media daban a luz en sus casas, normalmente
asistidas por una matrona y en casos determinados por un médico y
las que no contaban con medios iban a los hospitales de beneficencia,
en el caso concreto de Málaga al Hospital Civil, donde
paradójicamente eran atendidas por los mismos profesionales de las
clínicas privadas.
Una de las más prestigiosas obras que
realizó el Dr. Gálvez, fueron las maternidades de Madrid y Málaga.
De
la Diputación Provincial de Madrid, dependía la Casa
de Maternidad e Inclusa, situada
en la calle Mesón de Paredes. Era un edificio lamentable, casi en
ruinas al que acompañaba las estadísticas de mortalidad de las
madres en cifras escandalosas. En una visita que realizó don José
Gálvez, a este establecimiento tuvo la idea de reformarla,
comunicando ese deseo a doña Amalia Loring, marquesa de Silvela. Con
su ayuda se renovó la casa convirtiéndose en Casa
y Clínica de Maternidad. Pero
el Dr. Gálvez quería mejorar aún más esa institución, para lo
que encargó a Amalia Loring que transmitiese esos propósitos a la
reina doña María Cristina, la cual apoyó y ayudó a que se crease
la Casa de Salud de Santa
Cristina y la Escuela
Especial de Matronas en la
calle O’Donell de Madrid. José Gálvez se hizo cargo de la
dirección, iniciándose la enseñanza teórica y práctica de las
matronas o comadronas. El empeño del Dr. Gálvez en formar matronas,
lo centraba en que las consideraba completamente necesarias como
profesionales formadas para la asistencia a la mujer embarazada
durante su gestación, parto y puerperio.
De este periodo el Dr. Gálvez
recopila todo el trabajo realizado hasta el momento en su libro: “La
Casa de Salud de Santa Cristina y Escuela de Matronas”,
publicado en 1926.
LA
MATERNIDAD PROVINCIAL
Este
modelo organizativo lo quiso trasladar a Málaga, consiguiendo
después de muchos esfuerzos, la apertura de la Escuela de Matronas
dentro de las dependencias del Hospital Civil Provincial dependiente
de la Excma. Diputación de Málaga.
En lo que a la Maternidad Provincial
de Málaga, se refiere esta comenzó con el empeño del Dr. Gálvez y
según su propio testimonio, en: “La
sección empezó por dos pequeños cuartitos en el fondo de una sala
de medicina, ascendiendo luego a ocupar la sala del primer piso
tercero, del tercer pabellón de la derecha, designada con el nombre
de sala de San Pablo. Después se le sumó la homóloga del segundo
pabellón también de la derecha. Por último, en el segundo pabellón
y en el primer piso se encuentra la Sala de Santa Teresa, en la cual
se atienden a las enfermas sépticas y a las cancerosas avanzadas”
Las mujeres embarazadas que llegaban
a la Maternidad del Hospital Civil Provincial eran la mayoría
mujeres sin recursos acogidas a la Beneficencia Provincial.
Se puede conocer en este momento, como
funcionaba esta maternidad, gracias el riguroso estudio que realizó
el Dr. Olalla Herrera en 1992, por el que obtuvo el grado de doctor.
Son muchos los parámetros analizados por este ginecólogo del
Hospital Clínico Universitario de Málaga que nos muestran el
panorama obstétrico de la Maternidad Provincial en la primera mitad
del siglo XX.
Aproximadamente
un poco más de la mitad de las pacientes que iban a parir al
hospital procedían del medio rural y un poco menos de la otra mitad
a la capital, con un escaso porcentaje a las que el parto se les
presentaba de forma intempestiva como transeúnte. El mayor índice
de las de la capital procedían de barrios obreros como el Bulto,
Playas de San Andrés, Perchel, Huelin, Trinidad, Carranque, Colonia
de Santa Ines, Camino de Suarez, y de las zonas próximas al
hospital: Ciudad Jardín, Capuchinos, El Ejido entre otras. De la
Malagueta hacia el Palo su porcentaje estaba representado en un
escaso veinte por ciento.
Esta maternidad era la de referencia
en toda la provincia y reclutaba a todas las embarazadas con
problemas, de aquí que presentara un índice de partos distócicos
mas alto que en otros centros del momento.
Las
matronas asistían a la mayoría de los partos (76.5-78.4%), la media
de edad de las pacientes era de 28.3 años, la duración media del
embarazo de 39.74 semanas y la del parto de 11 horas y 50 minutos. El
fórceps constituía la técnica toco-quirúrgica que con más
frecuencia se utilizada (6.1%), mientras que la cesárea se
practicaba en un 3.3%.
Si seguimos presentando datos
estadísticos de este periodo, primera mitad del siglo XX, en la
maternidad del Hospital Civil nacieron un 50.6% de niños y un 49.4%
de niñas. Las mujeres que morían de parto, con una incidencia de
19.6 por cada mil partos, fallecían bien por infecciones
generalizadas, sepsis (61.5%), o por hemorragias (30.8%) y el
pequeño porcentaje restante por muerte súbita. En cuanto a la
mortalidad perinatal se producía la mayoría de las veces intraparto
(57.8%), siendo la mortalidad perinatal global del 146 niños por
cada 1000 nacimientos.
Las
mujeres de estos momentos que ingresaban en el hospital para parir lo
hacían con largos periodos de estancia, si los comparamos con las
cuarenta y ocho horas actuales de un parto normal. Una mujer de la
capital podía permanecer en el hospital en torno a los ocho días,
duplicándose esta en caso de madres ambulantes y de unos quince días
si procedían del medio rural, independientemente de los problemas
obstétricos que pudieran presentar, demostrándose así, el carácter
socio-asistencial que desempeñaba el Hospital con las pacientes,
añadido al puramente médico.
Las mujeres de esta época pairan su
primer hijo, por término medio a los 24 años, ya que solían
casarse con una media de 22, también constatar que el 93.2% de las
madres iniciaban la lactancia materna en el centro hospitalario.
La Maternidad Provincial del Hospital
Civil en 1946 contaba con un servicio bien estructurado y una
plantilla que suponía el 20% del global del hospital compuesta por
el siguiente equipo: Dr. Don José Gálvez Ginachero. Director de los
servicios de Maternidad y Ginecología. Dr. Don Manuel Bustamante
Pinto. Jefe de los servicios de la sección de Tocoginecología. Dr.
Don José Luis Oliva Marra-López. Médico de sección de
Tocoginecología. Dr. Don José Gálvez Mol. Médico de sección de
Tocoginecología. Dr. Don Diego Narbona Márquez. Médico de la
sección de Tocoginecología. La jefa de matronas doña María de la
Cruz Salazar.
El
18 de julio de 1951 se inauguró una nueva Maternidad en el Hospital,
denominada “Dr. Gálvez Ginachero” con nuevas salas de
operaciones de obstetricia y partos anormales. Esta maternidad llegó
a su punto máximo de asistencia en 1953, con una casuística de
3.170 partos, lo que en porcentajes representa el 13.69 de todos los
producidos en Málaga en aquel año, siendo la media de asistencia de
8.7 partos al día, cifra que se incremento de forma manifiesta, si
tenemos en cuenta que a principios de siglo la asistencia en el
hospital era de 0.3 a 0.6 partos al día. Poniéndose así de
manifiesto el esplendor que adquirió la Maternidad en este momento.
Además la mujer, no solo la de Málaga, sino como tónica general en
todo el país iba cambiando de mentalidad y prefería por seguridad
desplazarse a un centro sanitario a dar a luz, sin menospreciar la
gratuidad de la asistencia. Así pues en los primeros años de 1900
parían en el hospital una de cada 22 malagueñas, en contraposición
de lo que ocurría en los años 50 que lo hacían 1 de cada 2.5
mujeres.
Casi recién llegado el Dr. Gálvez a
su primer periodo de dirección, se celebro en el Hospital y
sufragado en parte de su bolsillo, unas conferencias sobre Métodos
Modernos de Exploración Funcional, organizadas por el Colegio
oficial de médicos. Para ello se invitaron a los doctores: don
Fernando Enríquez de Salamanca y don Carlos Jiménez Díaz,
procedentes de la Facultad de Medicina de Madrid.
Coincidiendo con la festividad de San
Juan de Dios de 1923, se inauguraron en el hospital dos salas de
Medicina y Cirugía, bajo el patrocinio del Conde de Mieres del
Camino.
Durante la dictadura de don Miguel
Primo de Rivera, don José Gálvez, fue nombrado alcalde de Málaga,
el 3 de octubre de 1923, puesto que desempeñó hasta el 21 de mayo
de 1926. La propuesta para la Alcaldía fue difícil de aceptar por
don José, pues según sus propias palabras: “no
es mi oficio”. Dada
la insistencia de sus amigos y familiares acepto, como deber y
responsabilidad. Nada mas llegado a la misma, redujo sus gastos de
representación de veinte mil pesetas que estaban estipuladas a doce
mil.
El
General Primo de Rivera un año mas tarde, en 1924, visitó el
Hospital Civil con motivo de su visita a Málaga.
Durante
su gobierno municipal se redactó el Proyecto
del Plan General de Grandes Reformas
de Málaga, que comprendía: obras en la red de alcantarillado;
mejora y acondicionamiento de la traída de agua desde Torremolinos,
para abastecimiento de la ciudad; pavimentación de calzadas y
aceras; apertura al trafico rodado de la parte central de la Alameda
dándole así continuidad al Parque; la adquisición de los terrenos
del Campamento Benítez; y la construcción de nuevas escuelas, entre
las principales obras acometidas. Para afrontar todos estos proyectos
solicito un crédito a la Banca Marsans de Barcelona de 30 millones
de pesetas y buscó el asesoramiento de los ingenieros, Guadalhorce,
Werner, Giménez Lombardo y Boris Romero. También consiguió dos
millones de pesetas para el Paseo Marítimo.
El
doctor Gálvez, debido a su conciencia de la importancia que tenia la
enseñanza para el desarrollo de la ciudad, fundó las Escuelas del
Ave María. Para ello, donó unos terrenos de su propiedad para la
ubicación del primer colegio que lleva dicho nombre.
Si
realizó algún denominado hoy “tráfico de influencias” desde su
función de Alcalde, no fue nada más que la de dotar al hospital de
los mejores adelantos científicos y técnicos del momento.
Durante su gobierno se realizó la
Exposición de Málaga, que fue inaugurada el 17 de agosto de 1924 y
que tuvo una gran resonancia nacional. En un tiempo récord de 23
días se adecuaron unos terrenos colindantes al Palacio Municipal,
donde se presento todo lo bueno que Málaga podía ofrecer. De igual
modo se improvisó en el mismo lugar un teatro.
En
Mayo de 1926, presento un oficio de renuncia, pensando que ya era
tiempo suficiente para dejar de ocupar el puesto de alcalde. Esta
decisión fue aceptada en el pleno del 21 de Mayo de 1926. Al mes
siguiente, el cabildo en sesión plenaria, acordó nombrarle Alcalde
Honorario.
Colegiado con el numero 13 en
septiembre de 1898 en el Colegio de Médicos de la Provincia, llegó
a ser, Presidente del mismo, elegido por votación, el 15 de junio de
1921, avalado por sus conocimientos en el campo de la medicina y por
sus dotes como personaje de la vida pública. La primera Junta
Directiva, bajo la presidencia de don José Gálvez se celebró el 9
de Julio, siguiente a su elección.
En el año 1924, fundado por el Dr.
Ramos Acosta, se inauguró el ateneo de Ciencias Médicas de Málaga,
como soporte cultural del propio Colegio de Médicos. Se pretendía
con esta institución, crear un marco para la celebración de
conferencias y presentación de los logros científicos de los
colegiados. Su presidente titular fue el Dr. Gálvez Ginachero,
pasado el periodo correspondiente de mandato se le nombro Presidente
Honorifico del mismo.
Sin
embargo, el Dr. Gálvez también tuvo detractores, compañeros del
Colegio Médico de Málaga y del ateneo de Ciencias Médicas que
discreparon de su gran dedicación en muchos de los ámbitos de la
vida pública y médica de Málaga.
El
propio Dr. Ramos Acosta, que tiempo atrás lo nombro Presidente
Honorifico de la institución, fue el abanderado de un número
considerable de médicos de la “oposición”, que condujeron al
Dr. Gálvez a presentar la dimisión de su cargo de Presidente del
Colegio Médico.
Una vez convocada nueva votación a la
Junta Directiva, primavera de 1927, los opositores ganaron con 82
votos sobre los 58 que obtuvo Gálvez, dos menos que los que obtuvo
en 1925 en la que fue elegido por segunda vez Presidente.
Citar aquí, parte de la llamada
“Moción de Censura” al Dr. Gálvez, redactada por un miembro de
la Junta Directiva del Colegio Médico entrante, concretamente por su
vicepresidente Dr. Don José L. Duran Souza, redactor jefe a la vez
de la Revista Médica de Málaga, después de abandonar don José
Gálvez la presidencia de la junta saliente:
“Desde hace algunos años, el
Colegio Médico de Málaga era un feudo de su Presidente D. José
Gálvez.” “Los componentes de la Junta por él presidida, y que
en las últimas elecciones verificadas ocuparon sus cargos ante la
indiferencia de la clase médica malagueña y con el concurso de
algunos Delegados Gubernativos que condujeron hasta el pie de la urna
donde se efectuaba la votación, a unos cuantos médicos rurales,
nada podía hacer en beneficio de sus compañeros por muy buena
voluntad que tuviera.” “D. José Gálvez, Alcalde,
Médico-Director del Hospital Civil, Decano de la Beneficencia
Provincial de Málaga, Director de la Casa Maternidad de Madrid no
tenía tiempo de ocuparse además del cargo de Presidente del Colegio
Médico.” “Y esta fue la causa de su fracaso.” “En esa Junta
había valiosos elementos que hubieran servido para defender los
intereses colectivos. Pero su Presidente no hacía ni dejaba hacer.
La eterna historia del perro del hortelano…”
Durante
la Guerra Civil salvó la vida de malagueños de los dos bandos,
escondiéndolos muchas veces en su clínica o pasando muchas horas en
la antesala del Gobierno Civil para rogar al gobernador por la vida
de los presos.
Pasó
por el disgusto de ver a su hija Josefina, casada con el piloto
nacional el capitán Carlos De Haya González de Ubieta, convertida
en rehén de los republicanos e internada en el Gobierno Civil,
estando embarazada de mellizos. Finalmente fue canjeada por Arthur
Koestler, escritor británico de origen húngaro, miembro del Partido
Comunista, colaborador de Stalin y que había llegado a España como
agente del Komintern.
Durante
su último periodo de dirección, se acometieron obras de mejora en
el Hospital, como por ejemplo la inauguración de quirófanos
generales en 1948, la puesta en marcha de una granja avícola un año
más tarde, junto a la inauguración de los servicios de
oftalmología, hematología y hemoterapia y los laboratorios de
bacteriología y anatomía patológica.
A pesar de su sencillez y pocas
palabras, fue merecedor de grandes distinciones: en julio de 1922 se
le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco y
en 1923 la Gran Cruz de Alfonso XIII. El 27 de noviembre de 1943 le
fue impuesta la Cruz de Beneficencia de primera clase. El 23 de mayo
de 1947 se le otorgó la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil de
Alfonso X El Sabio y el 22 de febrero de 1952 recibió la medalla de
Oro del Trabajo.
Con motivo de la celebración de sus
Bodas de Oro como profesional, se le ofrece un gran homenaje el día
27 de noviembre de 1943. Entre los actos figuraba la colocación de
un busto depositado en una de las salas del hospital. El
Colegio de Médicos de Málaga con motivo de esta celebración, lo
nombra “Colegiado Honorifico” en 1946. En 1951 el busto fue
colocado sobre un pedestal de mármol blanco.
En el año 2002, la escultura fue
restaurada junto a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que
durante años ha estado presidiendo los jardines del hospital. Hoy,
frente a frente se encuentran ambas representaciones, cómplices en
velar por la salud de los enfermos.
Este hombre cristiano, al paso de los
años, ha sido propuesto para ser beatificado. En el año 2002 se
dieron los primeros pasos a cargo del que fue obispo de la ciudad don
Ramón Buxarrais. Cuatro años mas tarde el obispo actual de la
diócesis, monseñor Antonio Dorado, abrió el 13 de julio de 2006,
la causa de beatificación. Siendo delegado diocesano de la Causa de
los Santos y postulador de la causa del Dr. Gálvez, el deán
Francisco García Mota.
Que se nombre oficialmente santo es
importante para los creyentes,de todas formas la “santidad
oficialmente reconocida” es humana, segura estoy que por su vida y
entrega lo es, es santo a los ojos de Dios, desde que se fue con Él
PERIODO
DE DIRECCION: NOVIEMBRE DEL 1932, MAYO DE 1934
En este periodo cuenta el hospital con
un director, don Rafael Pérez Montaut y un subdirector don Rafael
Campos García.
DON
RAFAEL PÉREZ MONTAUT,
natural de Málaga, se licenció (11.02-09) y doctoró (13.02.13) en
la Universidad Central con premio extraordinario en ambas ocasiones.
Fue alumno interno por oposición del Laboratorio de Higiene y
Bacteriología de la Facultad de Medicina de Madrid. Obteniendo el
titulo de médico bacteriólogo por oposición del Instituto
Higienista en 1920.
Tras oposición, ingresa en el
Hospital Civil, como profesor de sala en 1914. Ocupando la dirección
del Hospital desde el 10.11.1932 al 26.05.1934. Ejerció la
especialidad de Medicina y Cirugía infantil, siendo el colegiado
número 30 del Colegio de Médicos de nuestra ciudad en 1925.
DON
RAFAEL CAMPOS GARCÍA,
natural de Málaga, ejerció la especialidad de Cirugía General. Fue
Presidente del Colegio de Médicos en 1937. Redactor de la Revista
Médica de Málaga. En 1927 gracias a su afán de formación,
consigue de la administración una “pensión”. Este concepto
seria ahora como una especie de beca, para continuar su formación
como cirujano.
A
principio de 1933 se produjo en el Hospital un cierto caos
hospitalario ocasionado por el número de enfermos ingresados y la
escasez de altas hospitalarias. La Diputación Provincial, con su
presidente Enrique Mapelli recordaba de las carencias del hospital en
cuanto a camas, ropas y presupuesto, solo contemplado para 1000
personas. La Diputación desconfiaba de la actuación médica y los
médicos reclamaban más recursos. Esta propuso realizar un
control sobre el uso de medicamentos y material quirúrgico para cada
enfermo.
Transcurrido
un año y no solucionado el problema, mediante un nuevo reglamento de
régimen interior cambio la dirección del hospital. Dicho
reglamento, permitía a los médicos del hospital, pertenecientes a
la Beneficencia Municipal elegir a los candidatos a la dirección de
dicho centro. Mediante este sistema el Dr. Gálvez Ginachero ocuparía
de nuevo la dirección del mismo.
Durante el mes de enero de 1934 y bajo
la coordinación del Dr. Pérez Montaut se celebró en el Salón de
Actos del Hospital Civil, un ciclo de conferencias magistrales por
parte de los médicos del hospital.
DON
AURELIO RAMOS ACOSTA: Se
licencio en medicina por la Universidad de Madrid en 1918, fue
especialista en Garganta Nariz y Oídos en la capital de España
donde ejerció hasta 1923 que se trasladó a Málaga, ganando con el
número uno la oposición a la Beneficencia Municipal. Ya se ha
comentado el papel que ejerció en el Colegio Médico como director
de la revista Médica de Málaga y fundador del ateneo de Ciencias
Médicas.
Este
médico, radical socialista fue nombrado director del hospital el 29
de septiembre de 1936 ocupando el cargo solo durante un mes. Fue
fusilado el 8 de Mayo de 1937.
LOS
MEDICOS DE “ENTONCES”
Por
aquellos años, los años cercanos a 1920, antes y después, contaba
el hospital con grandes figuras de la medicina que han quedado en el
recuerdo de las generaciones siguientes como fuente del saber y del
buen hacer. Los médicos de “entonces” eran personas entregadas
al ejercicio de la profesión y ejercían el sacerdocio de la salud,
como autentica forma de vida.
El ingreso al hospital se realizaba
bajo el sistema de oposición para dos clases, la de medicina y la de
cirugía. Tras su ejercicio, iban luego perfeccionándose en las
distintas especialidades.
Junto
al Dr. Gálvez trabajaban no menos importantes ginecólogos como el
Dr. Bustamante y más adelante su discípulo el Dr. Narbona entre
otros de los citados anteriormente.
Cirujanos
como el Dr. Lazárraga Abechucho, el Dr. Campos García. El Dr.
Lazárraga trabajo como cirujano militar, en varios hospitales de
Andalucía, siendo reconocido por el General Queipo de Llano como
Capitán médico honorifico.
Los
médicos: Dr. Morales (urólogo), Dr. Jauregui (pediatra), Dr.
Mugüerza (otorrino), Dr. Don Rafael Pérez Bryan (medicina general),
Dr. Oppelt Sanz (especialista en aparato digestivo), Dr. Sánchez
Alcoba (Director facultativo del Servicio de Dementes) eran
profesionales de gran prestigio que trabajaban en el Hospital.
En
el año 1925, se convoco una plaza de médico internista, que causo
gran expectación. A la hora de la verdad solo concurrieron dos
opositores: don Rafael Pérez Bryan y don Patricio Gutiérrez. El
problema surgió cuando los dos opositores fueron brillantes y solo
había una plaza. El Dr. Pérez Bryan ya era médico del hospital y
este fue un punto a su favor. En cuanto al Dr. Gutiérrez se le
nombro “Honoris Causa” y se trasladó una propuesta a la
Diputación para adjudicarle una plaza.
También
en el año 1925 salió la convocatoria para cubrir una plaza de
psiquiatra para el manicomio. La gano con brillantez el Dr. Don
Miguel Prados y Such. Llego a ser director del servicio de
Psiquiatría del Hospital Civil. Este psiquiatra malagueño se formó
en el Instituto Cajal de Madrid y en los hospitales psiquiátricos de
Londres y Múnich. Realizó importantes trabajos en el campo de la
experimentación animal con el también famoso investigador don
Gonzalo Rodríguez Lafora. En 1939, como consecuencia de la guerra
civil tuvo que exiliarse en Canadá, desempeñando la cátedra de
Psiquiatría en la Universidad de Mc Gill de Montreal.
En las oposiciones celebradas en 1927,
fueron compañeros de examen los doctores: don Manuel Pérez Bryan,
don Pedro Ortiz Ramos, y don Antonio Moncada, don Antonio Luna
Arjona, don José de la Peña y don Gustavo García de la Reguera. Se
ofertaban tres plazas para la sección de medicina y una para la de
cirugía. En orden de puntuación se adjudicaron las plazas de
medicina a: don Manuel Pérez Bryan, don Pedro Ortiz Ramos, don
Antonio Moncada. La mayor puntuación para la plaza de cirugía
recayó sobre don Antonio Luna Arjona.
Un
año más tarde, 1928, se oferto una plaza como profesor de guardia,
concretamente de cirujano oftalmólogo. De entre los requisitos
exigidos figuraba el límite de edad en los cuarenta años, a cambio
se ofrecía un sueldo de tres mil pesetas mensuales. Concurrieron a
los ejercicios cuatro opositores, siendo la plaza adjudicada al Dr.
Bosch Alcuende.
De
esta forma y siempre bajo el sistema de oposición, el cuerpo médico
del Hospital Civil, iba adquiriendo un peso científico importante en
la Málaga de ese tiempo.
En
1931 se celebraron unas oposiciones un tanto peculiares, se
convocaron cuatro plazas como médicos de guardia y además, tenían
entre sus funciones, la de prestar servicios de auxiliares en los
distintas especialidades del hospital, durante un periodo de cuatro
años. Esta idea fue concebida por el entonces jefe del área de
medicina Dr. Don Manuel Pérez Bryan. De este modo se crea la figura
de los médicos “becarios” que trataremos más adelante. Entraron
al Hospital, en esta modalidad, con esta convocatoria, los doctores:
don Alfonso Queipo de Llano y don Horacio Oliva para las secciones de
cirugía y don Francisco Eloy y el Dr. Martínez Lería para la de
medicina. El Dr. Horacio Oliva dejo el Hospital para trabajar en el
Noble y el resto de los médicos debido a los revuelos políticos
anteriores a la guerra civil, permanecieron indefinidamente en el
mismo, a pesar de haber finalizado los cuatro años estipulados.
La entrega de los médicos del momento
no era reconocida por la Diputación Provincial que tenía a otros
funcionarios con sueldos superiores a los que cobraban los primeros.
Un médico del Hospital Civil por muchos años trabajados y por mucha
categoría que tuviera no podía cobrar más de cinco mil pesetas
mensuales.
Un
trágico accidente enturbia la vida del hospital en el año 1934.
Muere en sus dependencias, víctima de un accidente de gas el joven
médico Dr. Murciano Sedeño, solo contaba 22 años.
Sin ser de la plantilla oficial
del Hospital, pero integrado en el desde niño, es de justicia
destacar al Dr. Don Francisco Giménez Reyna. Se formó bajo la
dirección de los Dres Cafarena y Lazarraga, completándose la misma
mas tarde en Alemania. Desarrollo un importante papel como cirujano
durante la Guerra Civil. Formo parte del Servicio de Cirugía del
Hospital de Antequera, para ser más tarde, jefe de servicio de
Cirugía de la Residencia Sanitaria Carlos Haya.
DR.DON
FRANCISCO ELOY-GARCÍA MATA
Tuve
la gran suerte de conocer personalmente a uno de esos médicos de
“entonces”. Apenas terminada la licenciatura de medicina, entré
como médico becario tras un examen de acceso, al Servicio de
Hematología y Hemoterapia del Hospital Civil Provincial.
Don
Francisco, al que todos le llamaban con respeto y cariño, había
sido el responsable del servicio de Hematología y hacia poco que se
había jubilado. Pero su amor y dedicación al trabajo, le llevaban
cada mañana a visitar sus dependencias.
Su
larga figura, sus ojos de bondad, su piel marcada por el paso del
tiempo, le convertían en alguien especial, porque en realidad era
alguien especial. Su voz susurrante, sencilla, cariñosa y dogmática,
era para mí como un libro vivo de conocimientos.
De
familia dedicada al ejercicio de la abogacía, el Dr. Eloy rompió
moldes y se licenció en medicina en 1930. Enseguida entro a formar
parte del cuadro médico del Hospital Civil, con una especialidad que
estaba casi por descubrir, y que gracias a él se asentaron en Málaga
los primeros principios de la que sería, Hematología Clínica y la
Hemoterapia. Dirige y organiza en la ciudad el primer servicio de
hematología, monta un laboratorio de la especialidad, establece un
banco de sangre y asiste a los enfermos hematológicos. El Civil su
casa, los pacientes su vida.
Va
desarrollando un servicio de vanguardia. El Dr. Gálvez conocedor de
su inquietud científica, y gracias a su amistad con el general
Petain, consigue importar desde Francia el último modelo de aparato
de transfusión. El Dr. Eloy personalmente y con todo el riesgo que
comportaba, localiza en Gibraltar unos modernos tubulares de plástico
para el recambio sanguíneo de los neonatos con problemas.
Creó
escuela en Málaga y en Andalucía. Sus discípulos directos Dr. Don
Rafael García Bredenberg y el Dr. Don Mariano Narbona supieron
continuar su camino. Su sobrino el Dr. Don Juan Maldonado Eloy
García, tras recoger su semilla, fue a plantarla a la que era la
nueva Residencia de la Seguridad Social, Carlos Haya, montando a la
vez un servicio modélico de Hematología y Hemoterapia, poniendo en
marcha más adelante, entre otros avances innovadores el trasplante
de médula ósea.
Don
Francisco supo irradiar de bondad a todo su equipo: sor Felicite, la
Hermana de la Caridad que prestaba sus servicios; Mari, enfermera
ejemplar y mano derecha de don Francisco; Carmeli auxiliar, siempre
alegre y servicial; Primi y Mª José, enfermeras de grandes
cualidades y que todavía siguen trabajando y una joven estudiante de
enfermería Gema, que supo consolidar su aprendizaje, y desempeña su
puesto de enfermera en el actual servicio de Hematología del
Hospital Clínico. Sin olvidar el afán de superación de Ana, que
por la vía de promoción interna, es hoy secretaria del laboratorio
general del mencionado Hospital Clínico.
Don
Juan Maldonado tras su muerte lo recordó con estas palabras:
“Tan solo cuando se tomaba sus
días de vacaciones, con su cuerpo como pintado por el Greco,
semitransparente cual dijo de él un paciente en la semblanza que le
escribió agradecido, tan solo entonces se permitía ir con su esposa
a descansar, y así le ha recogido el Señor dulcemente”
Rev.
Col .Med. Málaga oct-dic, 1983
Cuando
yo estaba en el hospital, adentrados los años setenta,
el servicio de Hematología se encontraba ubicado en la segunda
planta del cuerpo posterior enfrente de la capilla. Al poco tiempo
una vez acondicionado en su totalidad el pabellón anejo al hospital
y que era todavía la facultad de medicina, se hizo el traslado a la
segunda planta del mismo.
En
aquellos años la donación de sangre era remunerada y se les daba a
los donantes cuatrocientas de las antiguas pesetas a cambio de su
donación. Los recipientes de recogida de sangre eran de cristal y
había que reutilizarlos una vez concluida la transfusión. Este
proceso de limpieza y auto clavado se realizaba también en el
servicio. Paqui, enfermera del actual Hospital Clínico Virgen de la
Victoria, me ha ayudado a recordar aquellos tiempos: “Teníamos
que lavar los tapones de goma, donde en los agujeros donde iban las
vías de los equipos de transfusión, se acumulaban restos de
hematíes y con paciencia y un cepillito teníamos que eliminarlos. A
pesar de todo no había reacciones transfusionales”.
LA
INFLUENCIA DE LA SEGUNDA REPUBLICA EN EL HOSPITAL CIVIL
A pesar de que el ejercicio de la
medicina debe ser políticamente independiente, es una realidad que
los cambios del entorno bien de tipo político o social van a influir
queramos o no sobre el desarrollo de esta disciplina.
Con la instauración de la II
República se pretendía, establecer un régimen democrático en el
estado español. Las elecciones municipales del 12 de abril en
nuestra provincia, dieron como resultado la victoria de este nuevo
régimen político. Siendo dos días más tarde, el 14 de abril de
1931, proclamado alcalde de nuestra, don Emilio Baeza Medina,
abogado socialista. De esta forma los poderes locales fueron
transferidos de una burguesía conservadora a una de tinte reformista
liberal.
En cuanto a sanidad se refiere la
asistencia hospitalaria pública era insuficiente a la demanda
ciudadana. Para solucionar el problema se incautó al Hospital Noble,
por la Corporación Municipal, hasta entonces administrado y
gestionado por una Junta de Damas, para pasar a formar parte de la
asistencia benéfica municipal. En este momento era director del
Hospital Noble el Dr. Gálvez Ginachero.
Con este nuevo centro eran dos los
hospitales destinados a la asistencia de los más desvalidos:”EL
Noble y el Civil”.
Se realizaron inversiones para la
adquisición de aparatos, entre ellos, para radiología,
cistoscopios, material quirúrgico junto, con la renovación del
ajuar hospitalario. Además se realizo un esfuerzo por ampliar la
plantilla facultativa de ambas instituciones.
Ante estas corrientes reformistas los
profesionales de la medicina malagueña adoptaron varias posturas:
los hubo colaboradores, otros indecisos y algunos con actitudes
abiertamente enfrentadas a las nuevas corrientes liberales.
El Dr. Gálvez Ginachero, fue
despojado de su cargo de dirección del Hospital Noble, pero continuo
siendo director del Hospital Civil. Si bien su actitud decisoria, a
pesar de no oponer resistencia, estaba relegada a un segundo plano.
Siendo el presidente de la diputación Enrique Mapelli quien se
encargaba del funcionamiento de la institución.
Sin embargo el Dr. Don Rafael Pérez
Montaut director del Hospital Civil desde septiembre de 1932 a mayo
de 1934 fue capaz de colaborar activamente al afán de reforma
hospitalaria de la Segunda República. No por ello dejo de tener sus
discrepancias con la administración como ya se ha comentado.
DE
LOS DISTINTOS SERVICIOS Y DEPARTAMENTOS DEL HOSPITAL
En los años precedentes a la guerra
civil el hospital contaba con nueve servicios bien definidos. La
sección de medicina integrada a su vez por medicina general,
tuberculosis, infecciosos, dermatología, sífilis, y leprosería.
La de cirugía que comprendía la cirugía aséptica, séptica,
traumatología y ginecología. Los restantes servicios eran los de
psiquiatría, oftalmología, otorrinolaringología, electrología
con sección de Rayos X y oncología, laboratorio, odontología y
farmacia.
La
labor asistencial del hospital, estaba distribuida en dieciocho
salas: las de San José, Nuestra Señora del Carmen, San Vicente,
Santa Emilia y San Miguel, para enfermos quirúrgicos de ambos sexos
y militares; las de San Carlos y San Ricardo para tuberculosos y
tuberculosas respectivamente; la de San Roque para cirugía venérea;
las de San Fernando, San Rafael y Nuestra Señora de la Concepción
para medicina general, hombres y mujeres; las de San Juan Bautista y
San Manuel para niños y niñas; las de Nuestra Señora de la Piedad,
Santa Teresa, San Antonio, San Jerónimo y San Pablo para obstetricia
y cirugía ginecológica.
Al frente de cada sala se encontraba
el profesor de sala ayudado por practicantes y matronas, así como la
hermana responsable de la organización y administración de la
misma.
En este momento se contempló la
posibilidad de la entrada de alumnos, bien de medicina, practicantes
o matronas para el aprendizaje correspondiente de su profesión. El
número estaba limitado a diez hombres y seis mujeres y sin derecho a
tomar decisiones aisladas sobre los enfermos.
Como
en épocas anteriores contaba el hospital con personal de servicios,
que se les exigía entre otras condiciones saber leer, escribir,
ligeras nociones de aritmética, ser mayores de 23 años pero menores
de 60. Además disponía de costureras, ordenanzas, portero, y un
mecánico para las tareas de calderas, motores, ascensores y todas
las relacionadas con su oficio.
Desde principios del siglo XX, contaba
este hospital con una centralita marca “Estándar. C.P.A”.7.200
10 x 100.-Sevilla-Toledo. Disponía de ciento seis líneas, de las
cuales seis eran de comunicación externa para llamadas de entrada y
salida a la calle y las restantes de comunicación interna de entre
las distintas dependencias del hospital. Para su manejo se disponía
de un turno rotatorio de cuatro personas, de tal forma que siempre
había una a su atención las veinticuatro horas de la jornada. Sus
horas de máxima confluencia de llamadas se producía siempre en las
de mañana y como dato curioso ha llegado a mis manos según fuente
del Sr. Alcalá la siguiente información:
“A las diez de la mañana del día 3 de enero de 1977 controle en
un minuto 40 llamadas. Así, pues en 48 horas serán 115.100
llamadas. Descontando la noche que desciende su ritmo, puede
calcularse unas 100.000 llamas en 48 horas, las que causa esta pobre
y huérfana centralita del hospital”.
LA
GUERRA CIVIL (1936)
El
Hospital Civil San Juan de Dios, vivió, sufrió, padeció, pero
sobre todo asistió a todo aquel que lo necesitaba sin distinción de
colores, en esta vergonzosa etapa de la historia española.
El
hospital, edificio vulnerable como otros tantos de la ciudad, quiso
destacar a la misión que le era encomendada, para de esta forma no
ser blanco de los ataques de uno y otro bando. Para ello en su tejado
extendió cuatro grandes banderas realizadas con las sabanas blancas,
que a su vez tenían unas cruces rojas muy grandes en su centro,
realizadas estas últimas, de mantas provenientes de la guerra de
Melilla. De esta forma desde los aviones bombarderos se apreciaba que
era un edificio asistencial sanitario.
El personal del hospital, con la ida
al frente de muchos de sus miembros quedó disminuido en un 20%, esto
no supuso una merma en la asistencia, sino todo lo contrario, gracias
al sobre esfuerzo de los que se quedaron.
El Civil destinó ciento veinte camas
para heridos y enfermos militares, prestando su asistencia en los
últimos meses de la contienda a más de catorce mil pacientes.
Pero el hospital no solo se comportó
como centro asistencial, sino que fue refugio antiaéreo en sus
sótanos ante los bombarderos. El más pequeño de sus rincones, se
habilitó de abrigo para los temerosos que iban huyendo de un sitio
para otro.
El 7 de febrero de 1937 a la caída de
la tarde, cuando los nacionales redujeron al ejército rojo, los
vecinos del barrio de la Trinidad, en masa entraron atemorizados
buscando refugio en el mismo.
La Diputación a pesar de la
penuria económica que sufrió después de las guerra, aposto una vez
más por el hospital, destinando una buena parte del presupuesto, a
la rehabilitación y saneamiento de un edificio sucio y
desconfigurado que había perdido su identidad hospitalaria.
En Málaga, una vez liberada el 8 de
Febrero de 1937, se estableció una Gestora Municipal, al frente su
nuevo Alcalde don Enrique Gómez Rodríguez. Esta entidad aprobó en
1938 un presupuesto de 20.639 pesetas para obras de mejora del
Hospital.
En 1940 y tras escuchar la demanda que
gritaba la clase médica, la Gestora Municipal, plantea la
reorganización del Hospital Civil Provincial. El nuevo organigrama
asistencial quedaría constituido de la siguiente forma:
El servicio de Cirugía estaría
constituido por cinco médicos: un Jefe de Servicio don José
Lazarraga Avechuco; dos Profesores de Sala, don Rafael Campos García
y don Antonio Luna Arjona; dos plazas de nueva convocatoria. Se crea
un nuevo servicio de Electro-Radiología, adscrito al bloque
quirúrgico.
El servicio de Medicina General, hoy
Medicina Interna, aumentaría en dos médicos al servicio Quirúrgico:
un Jefe de Servicio, don José Caffarena Sola; tres Profesores de
Sala, don Eduardo Jáuregui Briales, don Manuel Pérez Bryan y don
Antonio Moncada Jareño; tres puestos de nueva creación de médicos
auxiliares.
El servicio de Ginecología y
Obstetricia: cuatro médicos en total; un Jefe de Servicio, don José
Gálvez Ginachero; Jefe de Sala, don Manuel Bustamante Pinto; dos
médicos más por conceder.
Servicios de Psiquiatría: Jefe de los
Servicios, don Pedro Ortiz Ramos; un médico auxiliar, como nueva
plaza pendiente de cubrir.
Servicios de Medicina y Cirugía
Infantil: bajo la dirección de don Rafael Pérez Montaut.
Servicio de Otorrinolaringología:
Jefe del Servicio, don Francisco Fernández Mugüerza; mas una plaza
de nueva creación.
Servicios de Tisiología, hoy
Neumología, Jefe de Servicio don Adolfo Bosch Balcuende.
Servicios de Bacteriología y Anatomía
Patológica: desierta y pendiente de crear la jefatura de servicio y
en igualdad de condiciones la jefatura de Dermatología.
Los servicios de Farmacia,
Laboratorio, Odontología con los respectivos jefes, don José Belló
Marín, don Fernando Briales Franquelo y don Arturo Meliveo Muñoz.
Entre los requisitos de los aspirantes
a estas nuevas plazas figuraba su adhesión incondicional a los
principios generales del Movimiento
La Diputación malagueña y la Gestora
Municipal de mutuo acuerdo decidieron también es estas fechas, la
apertura de nuevos pabellones en el hospital, mas adelante.
“EL
PIOJO VERDE”: UNA DE LAS CONSECUENCIAS DEL DESASTRE NACIONAL
El tifus exantemático, nombre
científico de esta enfermedad, es una patología aguda infecciosa,
que cursa con exantema, producida por una bacteria de la familia de
las Rickettsias, concretamente la Rickettsia Prowazecki y transmitida
por el piojo del
vestido (pediculus
humanus corporis). Después de un periodo de incubación de una a dos
semanas y tras un cuadro inicial de malestar, seguido de fiebre alta,
aparece el exantema, primero papulo-maculoso para degenerar es un
estado petequial, respetando en todo momento la cara y cuello.
Sensación de enfermedad grave, acompañada de disartria, sordera y
complicaciones como la neumonía, y la gangrena. En diez días el
enfermo bien entraba en coma y moría, o empezaba a mejorar de una
manera definitiva.
A principios del siglo XX era bien
conocida la enfermedad en los términos anteriores, y se conocían
los factores epidemiológicos, estacionales, sociológicos y de
infraestructura higiénico-sanitaria relacionados con la misma. Es
cierto que no se disponía de tratamiento etiológico, limitándose
los principios terapéuticos en fármacos para paliar los síntomas.
Nada mas contemplar el cuadro clínico
y quien lo desencadena, comprenderemos los factores favorecedores de
la Málaga de la posguerra para explicar el foco epidémico que
aconteció en nuestra ciudad durante 1941-1943, si bien se
habían dado casos con anterioridad, en 1920 con 20 muertes y los
acontecidos en 1939 como inicio de lo que luego sería la epidemia.
La Málaga de la postguerra era un
ejemplo de cualquier provincia española, pues la situación fue
similar en todo el panorama nacional.
La crisis del pueblo malagueño estaba
sustentada por una carencia de recursos, debida el déficit
productivo y al aislamiento político que sufría la nación en este
momento y que impedía la importación de materias primas, agravado
por el control y racionamiento estatal, conducían a que artículos
de primera necesidad, como podían ser, el jabón, el aceite, o la
harina, fueran difíciles de conseguir.
El
panorama arquitectónico de nuestra provincia también contribuyó al
hacinamiento de los grupos de población y como consecuencia al
aumento de parásitos entre sus vecinos. La zona de “las Viñas del
Palo”, donde las personas vivían en cuevas escavadas en las
montañas, “los Corralones”, permanecientes de la época
industrial en los barrios de Huelin y el Perchel y las nuevas
“Chabolas del barrio de “El Ejido”, qué junto con las ya
existentes en las playas de San Andrés, conducían a un marco
higiénico deplorable. Esto agravado si cabe más aún, con el
aumento del índice de natalidad en el periodo que nos ocupa.
La
Málaga de la posguerra era una Málaga hacinada, sucia con la huella
del ataque bélico y con unos residentes, hambrientos carentes de
recursos y muchos resquemores políticos.
De todo esto se desprende, de que a
pasar de tener los conocimientos científicos de la enfermedad, esta
se desmadrará hacia la epidemia. Sin dejar atrás los intereses de
las autoridades, que como en epidemias de etapas anteriores de
nuestra historia, trataban de ocultar los casos, a pesar de ser
enfermedad de declaración obligatoria, como siempre, ante miras
económicas de la Málaga turística. A pesar de tener el foco máximo
la epidemia en la primavera de 1941, no se suspendieron los desfiles
procesionales.
Las medidas tomadas por las
autoridades sanitarias, consistían sobre todo en la insistencia del
aseo personal, en la utilización del “agua y el jabón”, gran
paradoja, pues el jabón era un bien de lujo muy preciado y al
alcance de pocos. También se realizaron campañas de despiojamiento
en la que la Sección Femenina tuvo un papel relevante. Para los más
jóvenes, la Sección Femenina fue la rama femenina de la Falange
Española, dedicada a labores asistenciales hacia los necesitados
entre otras de sus tareas de tipo social.
La reclusión de mendigos en lugares
destinados para ello como fue el “Refugio de Reding”, la
habilitación de un centro de desinsectación y limpieza en la zona
de la Aurora y un hospital de infecciosos en el Carmen, fueron otras
de las medidas tomadas por el Ayuntamiento de la ciudad.
El tratamiento de los enfermos fue
desigual en función de la clase social a la que pertenecían, los de
clase media alta, el menor número de entre los contagiados, se
aislaban y trataban en sus casas y los pobres se aislaban en centros
hospitalarios. El hacinamiento de los más desprotegidos impedía un
aislamiento eficaz en sus domicilios.
En lo que a nuestro hospital se
refiere, en principio la Diputación solo habilito seis camas en sus
dependencias para casos urgentes, mas tarde cuando se clausuró el
Hospital del Carmen por creer que había mejorado la situación
sanitaria, el Hospital Civil tuvo que tener disponible las 35 camas
de su pabellón de infecciosos, si bien los honorarios de los
pacientes ingresados, debían ser abonados por el Ayuntamiento.
Entre el año 1941, el peor de la
epidemia, y el año 1943 se registraron 489 muertos.
“EL
OTRO TIFUS”: BROTE DE FIEBRE TIFOIDEA DE 1951
La
fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa sistémica causada por
la Salmonella Tiphi, con cuadro clínico de postración general,
dolores articulares y abdominal, fiebre y erupción rosada de la
piel. Su contagio se realiza vía oral a través de alimentos
contaminados por portadores sanos, si bien también pueden
contaminarlos las moscas.
En el invierno de 1951 los médicos
malagueños detectaron algunos casos, inicialmente diagnosticados
como gripe propia de la estación, con algunos síntomas abdominales,
que les hicieron pensar en esta patología. En efecto gracias a la
buena formación de los médicos de este momento el 15 de enero de
este año estaba diagnosticada la enfermedad, que ya había tenido
alguna manifestación anterior, como en 1942 con 200 casos y seis
muertes, otra en 1945, sin olvidar un brote de enterocolitis en 1946.
En un comienzo, la negatividad de los
análisis de agua, realizados en una toma en la Fuente de Olletas,
como origen del suministro a la ciudad, desviaron la sospecha del
agente causal a otras fuentes de contaminación distintas a la del
agua. Más tarde debido a la concentración de casos en el casco
urbano y tras las fuertes lluvias de comienzos de enero, se pensó en
el acumulo de una importante capa hídrica en el subsuelo,
contaminada y absorbida por las redes destinadas de consumo. Las
conducciones de agua del centro de la ciudad y la red de
alcantarillado eran pésimas en este momento. De este modo fue fácil
la contaminación del agua de bebida en el casco urbano.
En tanto que el diagnostico de la
enfermedad y la alerta sanitaria fue inmediata por parte del
colectivo médico, la administración, como siempre, tardo más en
poner en marcha un mecanismo de actuación basado en: el aislamiento
de los enfermos, campaña de vacunación, desinfección de excretas
vajillas y ropas. Las soluciones más radicales al conflicto fueron
dos: el empleo de una nueva terapéutica etiológica, el uso de un
antibiótico, la cloromicetina y la cloración de las aguas de
consumo de Málaga.
Destacar el papel que desempeño el
Gobernador Civil de la Provincia don Manuel García del Olmo, que
solicitó la ayuda de un grupo de expertos técnicos, al Ministro de
la Gobernación y al director General de Sanidad que se desplazaron a
Málaga para el seguimiento del problema. Además fue quien facilito
el tan apreciado y costoso antibiótico a todos los pacientes que lo
necesitaron. En este momento este medicamento no estaba cubierto por
el Seguro de Enfermedad.
El número total de enfermos asistidos
en Málaga a cuenta del Estado con cloromicetina fueron 2447 de los
cuales, en el Hospital Civil fueron 203 y en el H. Noble 80.Tratados
en su domicilio a cargo del Seguro Obligatorio de Enfermedad 1235,
por la Beneficencia Municipal 298, por la Jefatura Provincial de
Sanidad 274, y finalmente por la Delegación Provincial de Sanidad de
F.E.T 305.
En cuanto a las características
epidemiológicas, este brote afecto a un total de 2.943 personas,
correspondiendo el 43% de los casos al grupo de edad de entre los 5 y
15 años, con un predominio mas en mujeres que en hombres,3 a 1, en
edades por encima de los 19 años. La complicación más temida de la
epidemia fue la hemorragia intestinal que requirió la práctica de
medicina transfusional en 77 pacientes. De entre las complicaciones
quirúrgicas cabe destacar por su dramatismo y gravedad la
perforación intestinal, registrándose 11 casos (0.37%), de los
cuales murieron 3 (27.2%), en el brote que nos ocupa. Se
contabilizaron 52 (1.7%) muertes durante todo el foco epidémico.
Málaga contaba en este momento con una población de 270.000
habitantes.
El Hospital Civil provincial contaba
con un buen Servicio de Infecciosos, bajo la responsabilidad del Dr.
Don José Cafarena Sola, junto a él, el Dr. Don Antonio Gutiérrez
Mata, Jefe Clínico del mismo. De igual forma disponía de un
laboratorio para el diagnostico de la enfermedad y las
correspondientes lesiones anatomopatológicas al frente del Dr. Raya
y Raya. Las complicaciones hemorrágicas, fueron atendidas por el Dr.
Eloy García, y los valiosos cirujanos, Luna Arjona, y López Magaña,
atendieron las complicaciones quirúrgicas.
Con motivo de esta epidemia se realizó
en el Hospital Civil Provincial un estudio sobre 255 enfermos de los
cuales fueron tratados 232 casos con cloromicetina o medicamentos en
los que este fármaco constituía el componente principal. Estos 255
pacientes no fueron la totalidad de los ingresados en el servicio de
enfermedades infecciosas del hospital, sino que representaban a
aquellos que cumplían las normas establecidas para el estudio, que
consistían en tener un hemocultivo positivo y aquellos que sin
tenerlo, presentaban aglutinaciones positivas globales superiores a
1/200, o frente al antígeno O superiores a 1/100. Fueron eliminados
del estudio los casos positivos que no sufrieron las observaciones
periódicas cada diez días durante el mes siguiente al momento del
cese de la fiebre, tiempo establecido para la valoración de las
recaídas.
Además de los beneficios del
tratamiento sintomático establecido en épocas anteriores a base de
piramidon, vitaminas c, k, p y estricnina, se demostró la eficacia
del empleo de la cloromicetina, mediante un protocolo de
administración en dosis de ataque, de sostén o mantenimiento y de
seguridad. En este estudio 30 enfermos presentaron complicaciones
(11.7%), de las cuales 22 fueron enterorragias (8.6%), y 3
perforaciones intestinales (1.1%). De los 255 casos, murieron 9
pacientes lo que supuso un índice de mortalidad de un 3.5%.
DR. DON ANTONIO GUTIÉRREZ MATA:
nació el 19 de septiembre de 1915 en el malagueño barrio de El
Palo, estudió en la escuela pública de la calle del Mar y después,
en el colegio San Estanislao de Kotska, donde permaneció hasta
finalizar el bachillerato, tenia quince años de edad.
Los tres primeros años de medicina
los cursó en Granada y otros cuatro en Sevilla. Durante la Guerra
Civil Española interrumpió sus estudios por un periodo tres años,
pero al ser estudiante del séptimo curso, fue destinado al Hospital
Militar de Málaga. Finalizó la carrera, el cuatro de abril de 1940,
donde se traslada a la capital de España para realizar los estudios
de doctorado durante un año más, siendo discípulo del Dr. Marañón.
Finalizada su formación, regresó a
El Palo donde ejerció la medicina, en una época en que era habitual
realizar visitas a domicilio al no existir consultorio médico;
además de en el barrio, atendió a pacientes en los montes cercanos
y en el
primer pueblo costero, La Cala del Moral, desplazándose
mediante bestias o en bicicleta para ello.
A los 26 años, en 1942, obtuvo plaza
en el Hospital Provincial de Málaga, siendo nombrado médico de zona
en 1943.
Estableció su consulta privada en la calle Moreno Carbonero, que
asistió durante 31 años, atendiendo a numerosos pacientes, entre
ellos al Cardenal
Herrera Oria, el que fue obispo de Málaga.
En 1966 fue propuesto para desempeñar
la Alcaldía de Málaga, tomando posesión del cargo el 23 de
Septiembre de ese año, cargo que ostentó hasta 1970. Durante su
mandato realizó una eficaz labor de ordenación urbana, creando
escuelas, remodelando calles, apoyando la creación de nuevos accesos
a la ciudad y prolongando la Alameda, así como las mejoras
realizadas en el Hospital Noble con la instalación de un quirófano
y una nueva sala para atención de los enfermos.
En
su faceta personal y religiosa, el 6 de octubre de 1937 organizó una
romería al Lagar de Witemberg, recuperándose en ella la imagen de
la Virgen del Rosario (talla policromada del siglo XVII), que había
sido salvada del incendio de su parroquia durante la contienda del 36
y escondida en este paraje, siendo devuelta a su iglesia parroquial
de Nuestra Señora de las Angustias en El Palo. La imagen cuenta con
gran devoción de la gente del lugar, siendo la patrona “paleña”
y la titular de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario.
Los
restos de este médico, particularmente popular en su barrio, reposan
en el cementerio municipal de El Palo desde 1983.
Su
compañero y discípulo el Dr. Márquez Gémar lo recordaba de esta
forma:
“Admiraba
muchas cosas de D. Antonio: su tenacidad, su cultura, su prodigiosa
memoria, su caballerosidad, su humildad. . . .Su profundo
conocimiento de la Patología Infecciosa.
.
. Los que hemos trabajado con el sabemos las vacaciones que sacrificó
para atender a sus enfermos, las visitas a la Sala a cualquier hora
del día, su responsabilidad directa, no delegada, en cada uno de los
enfermos; su tacto cuando había diferencia de criterios con los
otros; su ayuda en cuantos problemas teníamos....Revista
Oficial del Colegio de Médicos, Málaga nº2, Junio 1983
Carmen, me gustaría saber dónde ha conseguido lis datos de mi abuelo Rafael Pérez Montaut. Sabía que era hijo del Doctor Sebastián Pérez Souviron?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias por su comentario.Le he puesto un e-mail con la bibliografia.
ResponderEliminarUn saludo
Buenos días , Carmen.
ResponderEliminarGracias por contestarme, pero no he recibido ningún e-mail. Mi dirección de correo es marisasalvago@gmail.com.
Un saludo.
Hola buenas noches,lo primero quisiera agradecerle su interes por el libro y el haberse dirigido a mi.Los fondos documentales de la Diputación que están en el Archivo de los Guindos y los textos de la biblioteca de Canovas del Castillo (Calle Ollerias) han sido las principales fuentes consultadas.En la biblioteca de Canovas hay un texto en varios tomos manuscrito de un un empleado de la administración del hospital Sr.Alcalá que tiene mucha información y creo que los datos de su abuelo los tome de aquí.
EliminarUn saludo
Buenas tardes Carmen, estoy realizando un trabajo sobre Gálvez Ginachero para la universidad.
ResponderEliminarLe escribo por si me podría decir de dónde ha conseguido toda esta información, para ayudarme de ella y seguir fundamentando mi trabajo.
Mi dirección de correo es elenapenpal@gmail.com
Muchas gracias, un saludo!
Buenas tardes, estoy realizando un trabajo sobre la enfermeria en Málaga para la universidad.
ResponderEliminarLe escribo para pedirle si me podría mandar la bilbiografía de esta información para ayudarme.
Mi direccicón de correo es morgado67@hotmail.com
Muchas gracias
Con la serenidad de 35 años más me ratifico en lo que escribí en 1983. Para mí fue un maestro no sólo en conocimientos sino también en comportamiento.
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