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viernes, 22 de febrero de 2019

El puesto de almendras de Calle Nueva

Ahora que los almendros empiezan a lucir sus mejores galas y los campos malagueños se cubren del blanco de sus flores,se ha marchado uno de los embajadores de la almendra malagueña, me refiero a Pedro Hernández. Sirvan estas flores como carruaje de un viaje al cielo destinado para él .
www.casaurelia.com


A principios de febrero, se nos fue un emprendedor que hizo de un puesto callejero, un negocio honesto de calidad y lleno de sabor. Con su puesto de almendras, conquisto el paladar de los niños y de los no tan niños en la Málaga de los años 80 del pasado siglo. Vendedor de este fruto seco que hábilmente frito y salado por el mismo, fue la delicia de los malagueños que a día de hoy peinamos canas. 

Imagen tomada de diario Sur

Pedro Hernández, malagueño de adopción, se afinco en Málaga por prescripción médica después de un grave accidente camino a su ciudad natal Bilbao. Como buen hombre de recursos, pensó en un puesto de alguna golosina para niños y que mejor que la elección de un fruto seco lleno de grandes propiedades, muy valorado en este momento y que quizás en aquellos años, no se le daba tanta importancia al valor nutricional de los alimentos, aunque si a las cualidades sensoriales y gustativas. 

Este hombre con un pequeño tenderete de madera muy repintado de blanco y sobre un soporte de madera en tijera, empezó su aventura en calle Liborio García, aun sin permiso municipal con temor a que le multaran. Una vez legalizado su quiosco, se traslado a Calle Nueva, estretegicamente situado entre una zapateria y una tienda de confección infantil, para llamar la atención de sus pequeños futuros clientes. Y si que llamo la atención, un día un pequeñajo al pedírselas a su madre y esta comprárselas, al probarlas dijo:"Ayyy que ricas". Esta frase la utilizo Pedro para a partir de este momento como eslogan y publicidad de su producto, seguido de unas fuertes palmadas. 

Los niños y niñas del momento que vivíamos en las barriadas, en mi caso en Pedregalejo, ir al centro de la ciudad era “ir a Málaga”y uno de los momentos mágicos de esa salida era la compra de las ricas almendritas fritas y saladas en calle Nueva. Unos cartuchitos de papel de estraza gris cada vez mas finos y estrechos guardaban el excelente manjar.


Durante muchos años,los niños de entonces y mas tarde los hijos de estos y hasta nuestros nietos han comido de estos cartuchos, dispensados por aquel impecable hombre de correcta vestimenta de hostelería, pantalón negro, sin olvidar su gorro que se divisaba desde el principio de la calle. Después de mas de dos décadas de profesión se jubilo en 2004, para dejarnos hace pocos días y deleitar ahora a los ángeles del cielo. 

Su receta 

La materia prima la compraba en la Almendrera de Cartama, convertida en desde1977 en la Sociedad Cooperativa Andaluza “Almendrera del Sur”. 


Antes de que clareara el día, Pedro se levantaba y en su casa, en un perol grande con mucho fondo freía durante 12 minutos unos 3,4 kilos de almendras movidos de forma continua. Cantidad que era la media de venta diaria. Llegando en tiempos de fiesta hasta vender 12 kilos en un día.

Imagen de Pachi Idígoras. Diario Sur

"Es un comerciante serio y reposado
con chaqueta blanca de pulcro planchado,
que pone en el centro de un corto tablero
-por todo reclamo, por todo letrero-
un montón de almendras finas y doradas
tal vez algo sosas o quizás saladas.
Entre el catrecillo de angostas tablillas
guarda media mano de blancas cuartillas,
un peso de cobre como una cucaña
y al lado una silla de limpia espadaña
donde se apoltrona nuestro comerciante
que atento vigila su puesto ambulante.
Mientras el que compra llega rezagado,
este comerciante nunca está parado:
hace cucuruchos, o más bien capuchas,
que las va empalmando como las babuchas
y en esos envases de forma algo rara
echa las almendras con una cuchara
De este comerciante-caso inusitado-
su establecimiento no está sindicado,
lo quita y lo pone cuando le parece
y sin darnos cuenta nos desaparece.
¿Qué incógnita estrella rige la ambulancia
de este comerciante serio y sin jactancia,
que por cinco céntimos o diez, embaladas
nos da algunas cuantas almendras tostadas?
¿Quién lo ve instalarse? ¿Quién cuando se va?
Si no lo buscamos... miramos... y está
pero si se esconde...si se va buscando,
no sabemos dónde, ni sabemos cuándo...
Y desorientados de manera extraña
añoran entonces los torpes y duchos,
el peso de cobre como una cucaña,
los blancos papeles de los cucuruchos
y la silla nueva de limpia espadaña"

Leandro Rivera Pons, publicado en "Diario de Málaga",13-10-1927.

Sirva esta entrada como recuerdo y pequeño homenaje de quien nos hizo pasar momentos gustativos inolvidables. Descanse en paz Pedro Hernández.




4 comentarios:

  1. Cómo malagueña que soy me has emocionado, yo también iba a Málaga cuando realmente iba al centro y en mis compras era habitual ver a este señor con sus palmas y sus almendras.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias paisana.Es una de esas personas que forman parte de nuestra historia.
      Un beso

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  2. Que buena entrada :) nunca lo he visto, me pilla lejos pero me ha gustado mucho verlo. Un beso y buen fin de semana.

    FitnomasFat.com

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  3. Que bonita entrada Carmen.
    Una historia con mucho sentimiento.
    Esas almendras debían estar ríquisimas...preparadas con tanto amor.
    Besossss

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